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Microrrelato: «Los hombres no piden»

Muchos días pasan, me veo en el espejo, he notado cómo mi cuerpo ha cambiado. No tengo comida, no puedo comprarla. El dinero solo es suficiente para pagar el techo donde vivo. En estos dos años, mis ojos no sé reconocen; siempre lloran y mis manos muchas veces tiemblan.

Sé dónde pedir ayuda, dónde pedir comida, pero no puedo hacerlo. De donde vengo, los hombres no piden; es indigno. Debo ser capaz de salir a delante por mí mismo. El hombre tiene como deber dar y no pedir. Pero el hambre no entiende de moral, y un día fui.

Voy a clases de español, necesito defenderme un poco, poder comunicarme. Sé que, si consiguiera hablar mejor, tendría más oportunidades para trabajar.

Entiendo que mi edad es un problema, y cada vez es más difícil que me den trabajo. Cada semana me llaman menos para poder ir al campo. No tengo papeles; antes no era un problema, ahora sí lo es.

Tengo casi 60 años y tengo hambre.

 

M’ahmed.

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